Uno entre muchos; es otro de "esos" que piden dinero y a cambio dan un “cachivache”. Sin embargo, este tenía un rostro, no era propio, pero tenía; se asemejaba al de mi ahijado.
Nacho no sobrepasa los 4 años; aún mantiene esa mirada pícara y sinvergüenza, que por mas que se lava, no se diluye.
No, no era él; a este le sonaban las tripas, estaba ojeroso y tenía un aspecto ranceo. Sus brazos y rostro reflejaban el rigor de una mano adulta.
¡Definitivamente no era Nacho!, pero igual el corazón se me estrujo.
Sí… yo que pensé que ya había sacado callo ante la cotidianidad de esta escena; pero no, la indiferencia salió en estampida.
2 comentarios:
Esas situaciones nos confrontan con todo a la vez: nuestra ael cómo logramos sobrevivir a fuerza de olvidarnos de los demás (y es que si andamos siempre con la preocupación no podemos seguir), el sistema cabrón en que vivimos y nuestra propia inserción en este sistema consumista y poco solidario. Y ¿qué hacemos? :(
Sirena: Tenés razón, no podemos vivir preocupándonos por todo, si no, viviríamos en eterna angustia.
Lo único que si destaco, es que me parece problemático que sean invisibilizados, no pueden pasar a formar parte del paisaje así como si nada. ¡Son niños!.
¡Aún espero la marcha en contra del trabajo infantil y la negligencia de muchos adultos!, las propuestas de protección, y la reestructuración de un PANI manco…
¿Será mucho pedir?
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